Era pequeña cuando vi Ratatouille por primera vez. Disney estaba transmitiendo la película y aunque yo había crecido viendo a Mickey Mouse y a Jerry en la pantalla chica, la idea de ver a un roedor en una cocina y no robando comida, sino preparándola, me asustaba. Sin embargo, conforme iba avanzando el filme una frase iba calando en mi mente: ”Cualquiera puede cocinar, pero solo el valiente es quien va a ganar”. Dichas palabras cambiaron el cómo veía a Remy, el personaje principal del largometraje: como el héroe de la película, que se enfrentaba a quienes le decían que no podía cumplir su sueño, a quienes le decían que una rata no podía ser chef.

Y es que Remy y yo estábamos en una posición similar. Si bien mi sueño no era ser chef por ese entonces, la cocina me había fascinado desde pequeña. Mi casa albergaba a las representantes de tres generaciones de una tradición culinaria: mi mamá, mi abuela y mi tatarabuela. Cada una con una sazón diferente. Todas con un don que hubiera dejado enmudecido a Antón Ego, el crítico de restaurantes que aparece en la película. Ellas querían que yo aprendiese a cocinar. Lo más importante: yo quería hacerlo ¿Qué me detenía?

Sin duda mi situación era menos complicada que la de Remy. La genética y unas mentoras inigualables me respaldaban. Lo intenté con gran ilusión y confianza. Aun así, fracasé. ”Cualquiera puede cocinar” pasó de ser una afirmación a una interrogante. En mi caso, la respuesta a dicha pregunta no era positiva para con mi meta.

Mi regreso a la cocina lo marcó otra película: Julie &Julia. En este filme, una de las líneas narrativas se centra en la carrera culinaria de la famosa chef Julia Child, carrera que no estuvo exenta de intentos fallidos que, pese a todo, no llegaron a ser fracasos pues, tal y como señala Julia en la historia, “siempre lo pueden arreglar. Están solos en la cocina ¿Quién los va a ver?”. Todos podemos cocinar, todos podemos fallar, pero lo podemos arreglar.

Saber cocinar es necesario para subsistir. Sin embargo, disfrutar de cocinar es necesario para seguir haciéndolo. Uno nunca termina de aprender a cocinar, está constantemente aprendiendo, experimentando. Cocinar no es solo una acción, implica una conexión entre tu cuerpo, el alimento y el lugar de donde provino este. Las tres siguientes recomendaciones son de cuentas en Instagram que hacen de la iniciación culinaria un camino ameno, interesante y holístico. 

DISFRUTA
Paola Chiappina es la clase de mentora con la que me hubiese gustado iniciar en la cocina. Si haces sus recetas, no solo disfrutaras del delicioso resultado sino también del proceso de elaborarlo. Además de ello, sus videos son graciosísimos. Paola es una inyección de endorfinas.

Fotografía: Angelo Pari

EXPERIMENTA
@crudiperuanos. Los propietarios de esta cuenta son Oriana Cicconi, Anggelo Ocaña y su bebé, Ser de luz. En el perfil de @crudiperuanos puedes encontrar todo tipo de recetas veganas. Estas destacan porque en ellas se usa diversidad de productos vegetales que la naturaleza nos ofrece para no solo recrear sino reinventar platos tradicionales; y suponen una oportunidad para ser más conscientes con nuestra relación con el medio ambiente y los animales.

Fuente: Instagram Crudiperuanos

CONECTA
Escucha a tu cuerpo, alma y mente, y cocina según lo que te pidan. Esa es la propuesta que Kathia Fanarraga presenta en su perfil en Instagram. Además de compartir distintas recetas, Kathia nos habla sobre las propiedades de cada alimento. Estos no solo nutren nuestro cuerpo, sino también nuestra alma.

Fuente: Instagram Kathia Fanarraga