Actor, polizonte y locutor, pero el humor es la piedra angular de su trabajo. En todo escenario que pisa deja impresa su dosis de humor. La cuota necesaria para alegrar el alma y sacar sonrisas. La magia sucede desde el primer punto de acción. Se necesita 50% de ingenio y 50% de diversión si se quiere transmitir esa vibra positiva que carga un mensaje.

Comunicador de profesión y comediante por pura pasión. La victoria del Campeonato Nacional Ketó fue un momento decisivo en la de carrera de Carlos Palma. “Le di un giro a mi carrera cuando subí a las tablas del stand-up comedy para nunca bajar de ahí y convertirlo en mi verdadera vocación”.

Podríamos pensar que era un niño entregado a las actuaciones escolares, el más travieso y el que siempre tenía esa «chispa», pero, por el contrario, era el callado del salón. Los talleres de clown lo ayudaron a encontrar su espacio y a plantearse nuevos retos.

En su etapa colegial tuvo interés por aquellos monólogos con un encanto especial como los clásicos del maestro Adal Ramones en los noventas. Esperaba las 12 a.m. frente al televisor para ver el programa “Otro Rollo”. Nadie mejor que él para reconocer que no existe una fórmula para escribir uno. Pueden ser producto de experiencias propias o situaciones chistosas. “Los mejores son los que llegan de la nada mientras me estoy bañando”, confiesa.

Los primeros pasos en su carrera los dio en radio, a través de la amplitud modulada. Ahí descubrió su conexión con la locución. “Me preguntaron si quería el trabajo y a cambio me enseñarían a locutar. Sin pensarlo acepté y quedé enamorado”. Años después, con el estilo fresco, ocurrente y, quizás irreverente, que lo caracteriza, podemos oírlo en “Stalkeando”, programa que conduce en Studio 92.

Ambos amigos fundaron El Club de la Comedia, una propuesta que inició hace diez años. “Más que un proyecto, es mi hijo y quiero verlo crecer”, comenta. Empezó con la ilusión de brindar una oportunidad a los comediantes con ganas de construir grandes monólogos y vivir el stand-up comedy de una manera distinta, tal cual lo vive Carlos.

Hoy se ha convertido en el grupo pionero y más exitoso de comediantes en el país. Además de realizar workshops, son los encargados de poner la diversión en eventos corporativos. Muchas veces el humor resulta el mejor camino para comunicar algo. Este año El Club de la Comedia desarrollará shows a través de la web, debido a la crisis sanitaria mundial que estamos enfrentando.

Antes de ser polizonte, disfrutó de algunas experiencias en producciones televisivas que han enriquecido su talento. La primera de ellas fue magazine llamado “DPJ” de Panamericana Televisión, y posteriormente participó en el sitcom “Pensión Soto”.

Su carta bajo la manga es nunca reírse de sus propios gags y tener el control del show, pese a que lo esté pasando tan bien como los espectadores (toma aire, respira y continúa en el personaje). El secreto del stand-up es que cada chiste y movimiento está pensado para lograr el objetivo del comediante: divertir al público.

El humor va evolucionando con el tiempo, pero no existe uno con el que se identifiquen todos los peruanos. “Puedo decir que están los más veteranos que aún añoran el humor de “Risas y Salsas”, los cuenta chistes de bares, los más chibolos amantes de la creatividad de los youtubers, los centennials pegados a la fiebre del tik tok y lo que podemos ver horas de stand-up comedy”. Hay público para todos los tipos de humor.

Carlos trata de mostrar la misma personalidad en todos los escenarios en los que se encuentre, sin caretas. La virtud que siempre resalta en él es la sinceridad. Pueden pensar que su buen sentido del humor siempre lo acompaña por ser comediante, pero, por lo contrario, reconoce que es renegón y maniático. “Probablemente mis amigos de la playa dirán que soy bien chistoso, los del colegio que soy tímido y a veces puedo caer pesado en mi familia.”

“Me gustaría regresar en el tiempo y aconsejarme seguir jugando play porque en el 2020 habría una pandemia que me permitiría vivir haciendo gameplays”, comenta sobre la pandemia desatada por el COVID-19. Los chistes sobran en las conversaciones con Carlos Palma. Dedicarse a su pasión, el stand-up comedy, le permite encontrar el camino de sus sueños y lo obligan a trabajar el triple, pero feliz.