Honesta, auténtica y un poco loca. Así se describe Viviana De Ferrari, especialista en coaching ontológico y meditación.

Dicen que los momentos más duros y difíciles, son los que te forjan en tu camino. Viviana sentía un descontento con la vida. Después de haber sobrevivido a tres fallecimientos cercanos, y digo sobrevivido porque la muerte deja a uno en la tumba y a los demás sobrellevándolo, empezó a cuestionarse sobre su verdadera misión en el mundo. ¿Por qué la vida es injusta? ¿Por qué ellos y no yo? ¿Cuál es mi propósito en la vida? ¿Cuál es el impacto que quiero dejar en el mundo?
Preguntas que, estoy seguro, muchos nos hemos preguntado a lo largo de nuestro camino.
Con tristeza y rabia, Viviana renuncia a su trabajó en Paris, se muda nuevamente a Perú, pero sus problemas la perseguían.

“Cuando yo trabajaba en París, trabajaba con gente A1, estaba en la ciudad de la luz, pero no estaba contenta. Me di cuenta cuando llegué al Perú que todos estos sentimientos me iban a seguir siempre. Si tú no estás contenta con el universo, contigo, hace que no seas feliz hagas lo que hagas, así sea tu pasión o propósito. Es algo que viene muy de adentro tuyo, es un descontento con la vida que está adentro.”

De pronto, una propuesta para estudiar coaching se le presentó. Desde el fondo de su corazón, sin nervios, sin expectativas, asistió a la entrevista y la aceptaron. Así fue cómo el universo empezó a cambiar el mundo de Viviana.

Viviana poco a poco ya no era la misma. Aprendió mucho de ella misma, del coaching ontológico y holístico. Cuando mentores del coaching internacionales le decían: “Es probable que la gente no te valide por tu edad. Que tengas que esperar un par de años para tener clientes.” Viviana sintió que sus inseguridades volvían. Viajó a Asia y se da cuenta realmente que no importa en dónde se esconda, si ella no creía en sí misma, si esos tres años de estudiar sentía que no valía, nada iba a funcionar. Viviana no se aferró a ser víctima de su inseguridad, de su peso o de su poca creencia en sí misma. Viviana quiso ser mejor, estudio más.

“Nos da vergüenza aceptar que no lo sabemos todo, cuando es netamente real. Nunca vas a saberlo todo. Por eso cuando respondo preguntas en la redes sociales, lo hago con total honestidad. No tengo miedo a decir no sé”

La vida está llena de intenciones. Viviana utiliza las redes sociales sin una línea o caretas. Todo lo maneja desde el fondo de su corazón y da diversos mensajes. Aprende a amar su cuerpo, aprende a lidiar con sentimientos negativos, aprende a realmente vivir.

“Lo que quiero con mi Instagram es hacer una lluvia de amor propio. Que aprendan a quererse con sus defectos y con sus virtudes. Me muestro tal y como soy, no hay maquillaje, si estoy histérica, lo muestro, si soy feliz, lo muestro. Está bien porque todos somos humanos. Quiero romper con muchos estereotipos. Lo estándares de belleza. El estereotipo de que para ser una persona espiritual tienes que vestirte como monje e ir a un montaña. Vivimos en una vida terrenal, tenemos que disfrutar nuestra vida terrenal.”

Para Viviana, cada momento es único. No debemos aferrarnos e intentar repetir situaciones. En la vida no se puede repetir ningún momento. Todo es nuevo. La vida pasa, y lo hará contigo o sin ti. No podemos sufrir para que todo vuelva como antes. O avanzamos o nos estancamos.

“No importa el lugar, para conseguir paz mental, en calma y balance, tienes que trabajarlo desde adentro. Puedes estar en la ciudad más caótica de la India y puedes aprender a disfrutar de ese caos. Puedes estar en una isla paradisiaca y aun así no estar en calma.”

El 2019 ya empezó y Viviana está ansiosa por ver qué le depara cada día. Tiene proyectos en mente y espera poder cumplirlos paso a paso. A pesar de que no lleva la cuenta, sus numerosos seguidores en Instagram encuentran en ella un aporte de luz para seguir su día. Viviana encontró al Universo o -a lo mejor- el Universo la encontró a ella.