La vida es una montaña de emociones y experiencias. El anhelo de toda persona es vivir una vida llena de vivencias y disfrutar cada uno de sus días, pensando que de esta forma cumplimos nuestras metas. Pero, ¿Qué pasa cuando te das cuenta que los años se te están pasando y aún no has hecho nada de las cosas que tanto ansiabas?
Solemos pensar que la vida es corta y que se debe trabajar con mucho esmero para poder lograr una estabilidad económica para cuando seamos adultos. O peor aún, vivimos los días por vivir; Sin ningún rumbo y anhelo, satisfaciendo los caprichos efímeros y justificamos nuestras acciones diciendo que disfrutamos nuestros días. Al final, en el ocaso de nuestro éxtasis, nos damos cuenta que nuestros sueños siguen intactos. Sí, intactos, ya que nunca tomamos la decisión de empezar a escribir esa historia ya sea por el miedo al fracaso o la edad que teníamos.
Los sueños no tienen fecha de inicio ni de caducidad. Uno puede iniciar a emprender la meta ya sea desde los 5 años o a los 50. No se trata de empezar como si fuera una carrera que no tiene break para respirar. A veces simplemente se debe tomar la valentía e inspiración para comenzar y saber cuándo tomar un respiro para poder volver a impulsarnos. Las metas no vienen con un manual para saber qué hacer, pero viene con la satisfacción de sentir que logramos algo por nosotros mismos, que conseguimos lo que deseábamos y mejor aún, que eso que hemos hecho nos deja algo provechoso para el futuro.
Podemos iniciar a escribir nuestras metas desde hoy mismo, no se trata de que ahorita te levantes de donde estés o empieces a estudiar nuevas cosas. Lo principal es saber reconocer cuál es nuestra verdadera meta, saber qué es eso que nos deja sin respiro, que no nos imaginamos una vida sin hacer eso o aquello. Saber qué es lo que quieres y hacia dónde vas. Posteriormente, tenemos que analizar qué es lo que estamos dispuestos a hacer para llegar a eso o que es lo que nos aleja de ello. Jugarnos el todo por el todo.
La edad, nivel socioeconómico, enfermedades u otros no son impedimentos infranqueables para que realices lo que deseas. Es cierto, quizás no tengas la juventud que tenías años atrás, pero no significa que aun no tengas juventud. En caso contrario, aprovecha al máximo esa juventud que te queda para alcanzar tus propósitos. El dinero quizás sea una dificultad, pero nunca será el causante del punto final de la historia, quizás me digas que con el dinero puedes adquirir muchas cosas. Es cierto, pero sin dinero también puedes llegar a alcanzarlo; te costará más, pero si perseveras lo alcanzas. Al fin de cuentas, nadie ha dicho que lo bueno no cuesta.
Por último y no menos fundamental es sentirnos orgulloso de nuestros sueños al frente de todos, pero sobre todo es importante sentir que lo que hemos escogido es valioso. La sociedad es un gran influyente del individuo y nos dejamos llevar por los prejuicios que existen. Solemos creer que algo no es relevante porque la mayoría lo cree, no es necesario tener la aprobación de todos, solo basta la opinión de uno mismo. No hay sueños malos ni sueños buenos, busca ser el mejor en lo que te propongas. Si no lo logras a la primera no significa que lo estés haciendo mal, la práctica hace al maestro.
No esperes sentirte que estás en un abismo para empezar a replantearte las cosas.
El dinero quizás sea importante, pero si haces bien lo que te propones, entonces llegará solo y en abundancia.