Para los afortunados, la vida y el arte van unidas como dos amantes cruzados por las estrellas. Irreparablemente codependientes, se necesitan para existir. Para Juan José Roca Rey, la poesía siempre ha estado ahí, como un disparo al aire, como el líquido carmesí que corre por sus venas.
“Desde muy pequeño me gustaba cambiar la letra de canciones conocidas, escribiendo algo más personal y encajando al ritmo. Luego, me empezó a interesar muchísimo el escribir historias cortas, vivencias personales, entre otras cosas”.
A sus 20 años, algo se encendió en él, algo cobró sentido, y a partir de entonces empezó describir lo que sentía y a convertir sus pensamientos en poemas. Producto de la inestabilidad que en ese tiempo embargaba sus relaciones sentimentales, empezó a escribir. Y durante mucho tiempo, como un amante celoso, mantuvo en secreto sus versos. Sin embargo, eventualmente sintió la necesidad de compartir su trabajo con el mundo.
“Lo sentí como algo mío [los poemas] una vez que lo empecé a colgar en Instagram (@jjrocarey). Es gracioso como hay cosas que se vuelven más parte de uno cuando se comparten”, confiesa.
Para Juan José, los versos deben de ser crudos y directos. No debería haber problemas en utilizar cualquier tipo de palabra. La clave está en centrarse en describir un sentimiento y transmitir la intensidad de este, antes que en cuidar la métrica.
Ante sus ojos, la poesía es una rama literaria que vivirá para siempre. No está en agonía, ni lo estará nunca. Cree que la poesía no desaparece, sólo se transforma. En palabras suyas: “Todo lo que nunca muere, debe evolucionar”.
Referentes, tiene muchísimos. Desde escritores como Baudelaire y Bukowski, hasta algunos contemporáneos, tales como Efraim Medina Reyes, Rupi Kaur, Irene Domingo, entre otros.
Y tal y como los grandes escritores, Juan José escribe porque lo necesita. “Escribo porque duele si no lo hago. Cada vez que he perdido en la vida —así sea en algo insignificante— he trasladado esa experiencia al papel. Lo utilizo como desfogue”.
Dice jamás haber tenido un bloqueo creativo, de haberlo sufrido no tendría idea de haberlo padecido. Solo escribe cuando siente que tiene que hacerlo y si no, simplemente no lo hace, pero afirma que la lectura ayuda mucho a desencadenar sentimientos, y eventualmente, logra que fluyan las palabras. Nacer, crecer, crear, morir.
Para el poeta, la mejor recompensa es generar una reacción, un sentimiento, lo que sea, en el lector; y para Roca Rey, con tal de no recibir silencio, comerse las malas críticas no suena tan mal.
“Sé que muchas veces en el mundo del arte la crítica puede ser muy dura. Es más, a, veces se pierde el significado de arte en la crítica. Puede que sea debido a un pasado distinto, tal vez más estricto o cerrado y que criticó fuertemente a los ahora llamados críticos, pero lo que quiero dar a entender con este libro es que los sentimientos cambian, la capacidad de atención en las personas cambia, la utilización de las palabras y el vocabulario cambia, la tecnología cambia y depende de la oportunidad que le demos al cambio, a lo nuevo, para ir siempre delante del mismo”.
Al final, si hablamos del efecto que quisiera causar en las personas, nos cuenta que le encantaría llegar a despertar el interés por la lectura en alguien que no lee.
El destino que le depara el futuro, parece ser prometedor. Este año, el autor piensa concentrarse en la distribución de Un Disparo al Aire, su nuevo poemario, el cual se encuentra disponible en formato kindle y muy pronto en su versión impresa en Amazon.
“Lo primero que estoy haciendo es sacar también la versión física (impresa) [del poemario], para intentar entrar a librerías independientes y luego, paso a paso, hasta donde se pueda llegar. Por otro lado, nunca parar de escribir es mi otro plan”. Literato por siempre.