Javiera Arnillas es actriz, modelo afroperuana y una de las principales representantes de la comunidad trans en Perú. Su primera película, “Sin vagina me marginan”, cuenta la historia de dos mujeres trans que son parte de una Lima en pobreza extrema, donde se suele marginar a las minorías sexuales y estas no suelen tener representatividad. En el marco de la conmemoración del Día Internacional contra la Homofobia, Transfobia y la Biofobia, Javiera habló con DE PORTADA acerca de su transición como mujer y las dificultades que pasan las personas trans en el país.

Si el proceso de transición social para una persona transgénero es complicado, el de una transición médica es, a su vez, bastante largo. Antes de realizar una cirugía de reasignación de sexo, las mujeres u hombres transgénero suelen llevar tratamientos hormonales que duran bastantes años. Es parte de un proceso que, aunque Javiera muchas veces quiso abandonar, le enseñó a manejar su ansiedad, a ser paciente y, pese a las dificultades, comprender que uno tiene que dejar que las cosas sigan el rumbo que deben tomar. “Así pasaron un año, dos años, tres años, cuatro años y ahora me veo al espejo y cada vez me siento más representada con lo que veo a nivel de feminidad”, nos cuenta.

Durante todo este tiempo, Javiera ha vivido y se ha sentido una mujer. Con todo, se dio cuenta de que no podía alcanzar la plenitud consigo misma con un órgano sexual que no correspondía a su identidad. Nunca le gustó tener pene, y conforme fue creciendo el mirarse al espejo, ir a la playa o usar ropa ceñida la hacía sentir incómoda. “Desde chiquitita siempre soñé que iba a tener una vagina, siempre”. Decidida, en 2019 se preparó para realizarse una cirugía de reasignación de sexo. En enero de este año el sueño se hizo realidad.

Javiera, tuvo que presentar certificados psiquiátricos que confirmaran que no tenía ningún tipo de trastorno psicológico que la esté llevando a realizar aquella intervención, y que, por el contrario, era beneficiosa para su salud mental, comodidad y calidad de vida. Asimismo, tuvo que certificar su tratamiento hormonal y hacer un descarte de enfermedades que pudieran complicar la operación y su recuperación. A pesar de lo dificultoso que pudo tornarse este viaje, arribó a su destino: la felicidad. “Me siento finalmente, en muchos aspectos, plena. Me siento en paz. Me siento muy contenta”.

No todo en la vida de Javiera ha sido color de rosa. A los 9 años tuvo que alejarse de su mamá, una persona que había sido su apoyo y ejemplo de feminidad. A su lado, se sentía libre de expresarse, sin condicionamientos u opresiones. Al separarse de ella y quedarse con su padre en un ambiente masculino, tuvo que reprimir su feminidad por mucho tiempo.

Javiera ha sido acompañada de un psicólogo a lo largo de su transición, pues, además de los cambios hormonales que ha tenido que experimentar, las mujeres trans se ven enfrentadas a una sociedad donde la transfobia, arraigada en la cultura y la burocracia, les impide vivir felices y con dignidad. En varias oportunidades no ha podido realizar trabajos que quisiera llevar a cabo porque su identidad de género no coincide con la que figura en su documento de identidad.

Esta realidad ha hecho de Javiera una representante y luchadora por los derechos de la comunidad trans. Hace unos años formó parte de la Reforma Trans PUCP, la cual, según nos cuenta, se convirtió en un precedente para poner en discusión la implementación de la Ley de Identidad de Género en el Estado Peruano. “Esta reforma significa que los alumnos ya tienen otra mentalidad y que están preparados para aceptar la diversidad y celebrarla.”

Hace algunas semanas, el Presidente de la República Martin Vizcarra hizo una significativa mención, dentro de su discurso en el marco del aislamiento social obligatorio propiciado con el brote del COVID-19 en el país, a la comunidad LGTBQ+, específicamente a las personas trans y de género no binario, respecto a la medida popularmente conocida como “pico y género”.

Para Javiera este es un hecho histórico. Nunca antes un presidente había incluido a las minorías sexuales en un mensaje dirigido a todo el Perú. “Yo espero que realmente esas palabras sirvan de inspiración para que, nuestros próximos representantes, finalmente acepten la necesidad de que todos los derechos humanos sean respetados y que las personas trans tengamos los mismos derechos que los ciudadanos de este país.”

Javiera fue mujer desde el momento en que, al igual que las más de 14 millones de niñas, adolescentes, jóvenes, adultas y madres del país, tuvo que luchar en busca de una independencia, derechos y plenitud que le fue negada por la sociedad; una búsqueda que nace en la expresión y orgullo de su autenticidad. Al igual que ella, los tiempos han cambiado, y para bien.