Él era perfecto. Perfecto, perfecto, perfecto. Una sonrisa preciosa, un porte increíble y una presencia de la que ni qué decir. Un caballero de los que hay pocos, de esos que te esperan con una rosa y te quedas sin palabras para responder. De esos que te dicen que eres su mundo, que eres su cielo, que nunca te van a abandonar. De esos que amas, con una locura tan grande que, a veces, puedes llegar a olvidarte a ti misma. De esos que una charla de seis horas se queda corta, de esos de madrugadas eternas, de esos perfectos-escasos-bellos-hombres; pero que, como ha de ser la vida, se acaba el amor.
Porque también era de esos tercos que no les gusta ceder palabra. O porque quizá era de los que se cansan. Quizá porque tienen más mundo que recorrer. Quizá porque no podían recorrer el mismo rumbo, quizá el trabajo, quizá un viaje, quizá lo estudios.
Pero lo recuerdas como un hombre tan bueno, aun cuando te ha mandado a llorar en más de una ocasión. Lo recuerdas como un hombre tan bueno, aun cuando no ha querido hablar contigo una última vez. Lo recuerdas como un hombre tan bueno, aun cuando te duelen sus palabras finales. Y es por eso que hoy, vamos a aprender a olvidarlos. Vamos a aprender a des-tatuarnos sus nombres del alma, aun cuando sientas que no vas a poder conocer a otro como ese Adonis de 1.83cm, traje impecable y sonrisa de dioses que venía por ti en la noche.
Vamos a intentar. Vamos a intentar. Vamos a intentar.
¿Sabes por qué? Porque, querida, nada se pierde intentando. Así que aquí te van algunos de mis consejos, tips y ayuditas para retomar esa vida que te mereces:
1. Borrón y cuenta nueva: Si eres capaz, bloquéalo, sino, basta con eliminarlo de tus contactos. Ojo, nada de revisar mensajitos antiguos, nada de revisar fotos viejas. Si las tienes impresas, no te voy a pedir que las quemes, todos tenemos que ir paso a paso: Guárdalas. En una caja, pon todo lo que es de él, con dolor, llora todo lo que puedas, déjalo ir. Luego, enciérralo en tu closet, debajo de tu cama. No importa. Solo no puede estar cerca a tu vista.
2. Motívate y ejercítate: Después de una buena dosis de helado, “500 Days of Summer” y muchos kleneex, debes levantarte de esa cama. Arriba. Escribe. Dibuja. Canta. Corre. Monta bici. No importa si lo haces sintiéndote triste, pero haz algo. Poco a poco verás que las cosas se van acomodando.
3. RESPIRA: Si no quieres salir, no importa. Llama a tus amigas, permíteles que se acerquen ti. Hagan una pijamada, conversen, lloren (sí, como verás, llorar es muy importante). Consejo de vida: Lo que te callas, luego te condena. Así que, si necesitas llorar, gritar, no te lo guardes. Te lo digo por experiencia.
4. No a la venganza: No, querida. La solución no siempre es ir a perrear hasta perder la conciencia. No, tampoco es agarrarte al primer pata que se te cruce y subirlo a tus historias de IG. No, tampoco es escribirle a su mejor amigo que te tenía ganas. Por favor. La mejor venganza que puedes tener es ser feliz y eso no tienes por qué demostrárselo.
5. Oxigénate y bye redes: Si no eres capaz de seguirlo stalkeando para ver cuál es la “nueva horrible suripanta” que aparece en sus stories, y tampoco eres capaz de seguir revisando uno a uno los estados de sus amigos para ver si en alguno puedes distinguir su paradero… Aléjate de las redes. Dile a una amiga que te cuide el teléfono, que te desactive las cuentas. Vete de retiro un fin de semana. Desaparécete con los que te quieren y olvídate un momento de todo lo demás.
6. Conoce gente nueva: Si la ruptura es muy reciente, tomate este paso con cuidado. Terminar enredado a alguien por despecho es lo peor que puede pasarte. Sin embargo, si ya ha pasado cierto tiempo y te sientes en la capacidad de abrir tu mente a nuevas experiencias, hazlo. Habla con la gente del gimnasio, con tus compañeros del instituto, matricúlate en algún taller o curso. Sin embargo, recuerda que este conocer debe venir de ti: No porque te sientes solo. No porque quieres tener alguien con quien subir fotos. No porque necesitas a alguien.
7. Haz una lista de pros y contras: Sí, lo más probable es que sigas pensando que es el chico más lindo el mundo. El muchacho precioso que te saludaba con una sonrisa cada vez que te miraba, que con una salida podía hacer destellar tu día, que al contacto con su aroma te ruborizabas, que te hacía reír con sus gestos imitando algún meme; pero, querida, aun cuando hubo momentos maravillosos, debemos abrir los ojos. ¿Por qué no funcionó? Y aquí yo te agrego algo: A veces, no todo es la culpa del ex. A veces, también pudo existir factores que no permitieron una relación saludable, factores que solo dependen de uno: inseguridades, miedos, celos. Anota todo eso. Los errores que cometieron juntos, para que, en un futuro, tú puedas crecer y escoger/sobrellevar mejor tus relaciones.
8. Escríbele: Escríbele una carta, un poema, una canción. Porque ahora quieres llamarlo, porque ahora quieres contactarte con él por cualquier medio, porque en tu garganta tienes muchas frases atoradas. Escríbeselo. Escribe todo lo que quieres decirle, todo lo que se te pasó. Si necesitas insultarlo, hazlo. Si necesitas adorarlo, hazlo, todo cuenta, no importa. Suéltalo. No importa si es bochornoso. Sin embargo, una vez terminado, lo sellarás y te lo guardarás. Puedes dárselo a un amigo o enterrarlo en una maceta, para no volver a verlo. Esto te ayudará a desahogarte, además de ponerle un punto final a la historia.
Y es que la verdad, no hay una forma concreta para superar algo, no hay una secuencia mágica, mas el dolor no es para siempre. Realmente, nada lo es. Recuerda que este es solo un pequeño momento, un pequeño sufrimiento de las miles de experiencias que tendrás en tu vida. Sin embargo, no soy pesimista: Si ha de ser, ha de ser y sino, tampoco. Lo importante es estar abierto a la vida, no perder el tiempo forzando algo que, en ese momento, no se puede dar. Al contrario, ¿no te gustaría estar mejor para recibir con los brazos abiertos todo aquel bien que tendrás por preocuparte un poco más en ti? ¿Por pensar un poco más en tu felicidad? ¿Por tomarte tu tiempo?
Una ruptura no es más que un tiempo de cambio, una oportunidad para volverse a innovar y reconocer errores pasados. Aprovéchala, pero por, sobre todo, aprende.