Ganadora del Miss Top Model of the World, certamen en el que representó a Perú a la corta
edad de 21 años, Janet Leyva es una joven que se abre camino a grandes pasos en el
mundo del modelaje profesional.
Janet es alta, mucho más que las demás chicas de su edad. A los trece años medía más
que el peruano promedio, alcanzando el metro setenta y siete. Sobresalía, a pesar de que
ella quería evitarlo, se sentía como un ser extraño y ajeno al resto. “En el colegio me
hacían bullying por mi altura. Me quejaba, ‘mamá no quiero ser tan alta. Me metieron
a todos los deportes habidos y por haber; pero sentía que no encajaba en nada.” Sin
embargo, el mundo de la moda y las pasarelas le permitieron amar y lucir su cuerpo.
Por incentivo de una amiga, decide postular a una agencia de modelaje, donde la aceptaron
con tan sólo verla. “Conocí a otras chicas que tenían las mismas inseguridades que yo,
que muy altas que muy flacas. Y por primera vez sentí que pertenecía a un lugar. Dije:
de aquí soy.”
Necesitó de mucho esfuerzo, pero rápidamente las cartas se tornaron a su favor. “Yo
empecé en un concurso que se llamaba ‘Miss Top Model’ en el 2011, yo tenía 13 años
– y no tenía ni idea de lo que era el mundo del modelaje.” Con el tiempo su belleza y
talento empezó a llamar la atención entre la élite de la moda nacional; la comenzaron a
reclutar en algunas revistas, la llamaron fotógrafos. “Empecé a ir cocktails, conocí a
Richard Dulanto, que me ayudó muchísimo. Una cosa me llevó a la otra, fué como un
dominó de oportunidades.”
Confiesa que antes del modelaje era sumamente introvertida; sin embargo, ésta carrera la
ayudado a tener la confianza necesaria para desenvolverse. Ahora es una muchacha
segura, espontánea y extrovertida, que el modelaje la llena de una felicidad incomparable y
que no se ve haciendo otra cosa. “Yo disfruto todo de mi carrera, me encanta estar en la
pasarela. Existe una adrenalina que siente el modelo, es inexplicable. Pero también
disfruto muchísimo estar en una sesión de fotos, es todo parte de una pasión. Desde
que la descubrí, y me gustó ya no paré.”
Le pregunto si cree que los certámenes de belleza son sexistas; ella frunce el ceño antes de
responder. Me dice que cree que estamos en medio de un proceso revolucionario en el que
los concursos de belleza ahora, tratan de empoderar a la mujer. “Yo creo que es esencial
que la mujer tenga una voz, que se busque la equidad de género. Me parece increíble
que los concursos de belleza utilicen su plataforma para esparcir mensajes
importantes.”
Para Janet, la belleza no es sólo la física, sino que también es importante la interior.
“Para mi es muy importante que una persona no sea sólo super bonita por fuera, si su
corazón es feo, arruina la ilusión. Se pierde el brillo.”
Cuando empiezo con las preguntas sobre su coronación, esboza una sonrisa sincera.
“Desde que me fui, tenía en mente ganar. Cuando mentalizo algo, tiendo a atraer lo
que anhelo. Mentalicé el premio.” Y es que gracias a Janet, Perú vuelve a éste certamen
luego de 33 años; y a pesar de que ya va a pasar un mes desde el certamen, aún no
termina por creer que es la primera peruana en ganar el primer puesto. “Cuando gané el
premio no lo podía creer. Fue una gran oportunidad, esa noche di todo de mi y el
jurado vio eso.”
Dice no tener una cábala en específico, y que el éxito se basa en su seguridad al desfilar.
Se repite que no hay nada que temer, que ha caminado cientos de veces en la pasarela y
que sabe que lo hará estupendo. Y en cuanto a su presentación en el Miss Top Model of the
World, asegura no cambiaría nada de esa experiencia.
Cree que en Perú, ya ha hecho todo lo habido y por haber. Ha sido la cara de LIF Week, ha
participado en Miss Perú, e incluso ha trabajado con un sinfín de marcas de ropa. Es por
ello que siente que es momento de salir del país, conocer nuevos horizontes; aceptar
nuevas oportunidades y lograr que su nombre sea conocido en todas las capitales de la
moda. Pero sabe bien que para llegar lejos uno nunca puede olvidar de dónde viene y hacia
dónde va.