La creación teatral es un espectro misterioso que, muy pocas veces, se puede presenciar en toda su complejidad. Asimismo, el indagar sobre los trasfondos de algunos crímenes puede ser un terreno espinoso difícil de abordar. En el teatro de la Universidad del Pacífico se ha estrenado hace unos días Tebas land, una obra escrita por el autor uruguayo-francés Sergio Blanco, que introduce al espectador en la producción creativa de un dramaturgo a través del análisis profundo de unos de los crímenes capitales más grandes –si no es el mayor- de la humanidad: El parricidio.
Tebas Land hace referencia directa al mito parricida más famoso: Edipo Rey. Bajo la dirección de Gisela Cárdenas, y con la participación de José Manuel Lázaro y Emanuel Soriano, esta puesta en escena se torna en un viaje a través de la reflexión profunda sobre los pensamientos de un joven homicida, que no termina siendo menos compleja que la de cualquier ser humano. Según Blanco, “todos tenemos nuestra Tebas Land”.
La obra es, básicamente, la construcción de los descubrimientos de S., un dramaturgo –probablemente, alter ego de Blanco- que decide investigar y crear teatro sobre el caso de un joven parricida, Martin, quien, desde la cárcel, inspira al personaje principal.
A través de diálogos profundos- inspirados en autores complejísimos como Sigmund Freud, Fiódor Dostoievski y el poeta griego, Sófocles-, los personajes problematizan, poco a poco, sobre sus anhelos, motivaciones, paradigmas y frustraciones más hondos. El encuentro de dos hombres, quienes, desde la libertad y la prisión, dialogan de forma inquietante y reveladora.
El análisis subyacente que se suscita al interior del guion -como las revelaciones que se dan como producto de las intensas pláticas entre sus personajes- ponen al arte como una buena forma de sensibilización y de humanización de quien lo mire. La escenografía, en ese sentido, no queda exenta de observación. Con una reja -que se descoloca sucesivamente a lo largo de la obra entre un campo de básquet y una cárcel- no es ajena a la estructura misma de la pieza. Es así que la misma está dividida como un partido de baloncesto: cuatro cuartos y una prórroga.
Sin embargo, lo que más destaco es otra cosa. Tebas land es metateatro, es “teatro en el teatro” (Abel, 1963). Desde la aparición de uno de sus personajes en medio del público, hasta las conversaciones descolocadas de “la obra dentro de la obra” entre el dramaturgo y los espectadores, estas escenas condensan una complejidad estética maravillosa. Deconstrucción de la dramaturgia para elevarla en sí misma.
Crimen, angustia, egocentrismo, frustración y honestidad son algunos de los atributos que conllevan a lo que considero lo más importante de Tebas Land: la compasión. Con la inclusión de música diversa como la de Mozart, Roberto Carlos y U2, esta obra –de gran éxito internacional reciente- es una invitación a pensarse y repensarse, a pensar-nos y re-pensar-nos.