AMAR NUESTRO CUERPO ES UN ACTO DE REBELIÓN.

Cuando tenía 12 años mis problemas con el peso y la comida dieron sus primeros pasos, no podía dejar de tocarme el estómago cuando me miraba al espejo. Fue ahí cuando comencé a pensar en la palabra “gorda”.

Cuando tenía 15 años, me sentía más sola que nunca, empecé a comer de más por ansiedad y también comencé a compararme con todas las demás chicas de mi colegio y esto traía pensamientos como: “Quisiera ser tan delgada como ella”  “Me gustaría poder comer como ella y no engordar”

Cuando tenía 17 años empecé a forzarme a comer un paquete de galletas al día por unos días y a los otros comía hasta que me sentía mal conmigo misma y me forzaba a devolver la comida. Peso y comida era lo único que rondaba por mi cabeza. Nunca nadie había sido tan cruel conmigo como yo lo era.

Cuando tenía 19 años fui internada en una clínica donde me dieron el diagnóstico de: “Bulimia”

Cuando tenía 20 y ya estaba fuera de la clínica comencé a hacer una dieta rigurosa, bajé de peso y todos me decían lo bien que me veía. Lo que no veían era cuando me encerraba en mi cuarto a hacer ejercicios de más, cuando me arañaba para castigarme por comer, cuando temblaba cada vez que veía comida y cuando botaba parte de mi plato porque sentía que ya había comido mucho.

Cuando tenía 23 me senté en mi cuarto una noche, cansada, con lágrimas en los ojos y me dije a mi misma que esto ya no podía seguir. Ese día me prometí que recuperaría mi vida.

Si alguna vez has sentido que no eres suficiente, que tu cuerpo te hace infeliz; te entiendo. Pasé toda mi adolescencia y el inicio de mis veintes queriendo tener otro cuerpo, soñando con poder cortar mi estómago con la tijera que tenía en la mano, pero ahora que los pensamientos ya no son tan fuertes, denigrantes ni constantes te puedo dar algunos consejos que me sirvieron bastante.

CAMBIA A TUS INFLUENCERS

Ver el tipo de cuerpo que la sociedad considera “perfecto” en tu celular todo el tiempo es más dañino de lo que crees; cuando solo ves un tipo de cuerpo en las redes sociales siendo celebrado vas a entrenar a tu cerebro a pensar que ese es el único tipo de cuerpo “hermoso”.

Te aconsejo que vayas a Instagram y sigas a personas que tengan tu tipo de cuerpo; cuando veas que cuerpos similares al tuyo están siendo celebrados y puestos en un ámbito artístico vas a comenzar a verte de una manera más positiva.

DEJA LAS PALABRAS NEGATIVAS

Una de las mejores frases que he escuchado y más me ha servido es: “Háblate como le hablarías a tu mejor amiga”; a tu mejor amiga no le dirías que no es suficiente, que nadie la va a querer si no baja o sube de peso, o que no merece ser feliz. Si no se lo dirías a tu mejor amiga, no te lo digas a ti misma.

TERAPIA. TERAPIA. TERAPIA.

Mucho de lo que influyó en que mejorara fue la terapia que llevaba, me hizo dar cuenta que mi problema era más profundo de lo que creía, que tenía otras guerras dentro de mí que tenía que afrontar.

Lidia con los problemas que tienes guardados, ver el número que siempre quisiste en la balanza no va a quitártelos.

NUNCA TE COMPARES

La sociedad ha impuesto la idea de estar en constante competencia y ahora con el mundo de las redes sociales hacerlo se ha hecho aún más fácil; pero tus ojos no te permiten llegar a ver más allá de lo que los demás te muestran, por lo que te pregunto: ¿Te parece justo que compares tus momentos más vulnerables con los momentos de mayor fortaleza de otrx?

NO EXISTE EL CUERPO PERFECTO

Sé que esto parece un cliché; siendo sincera todavía no lo creo en su totalidad, pero aun así repetir esta afirmación me ha servido en los momentos más difíciles de todo esto. Por ahora será solo un murmullo, pero sé que en algún momento saldrá como un grito de ganadora.

Inténtalo, dilo frente al espejo todas las mañanas, cada vez que vayas a salir, cada vez que sientas que es necesario y poco a poco tendrás el concepto más claro.

NO NECESITAS GUSTARTE TODO SOBRE TI

No es posible llegar a un punto en que te guste absolutamente cada centímetro de tu cuerpo; puede ser que no te guste tú estómago, tus piernas o cualquier parte que sea. Lo que realmente necesitas es amarte, amarte y amarte por más que haya algo de ti que no pertenezca a tu cuadro de honor.

Aprender a amarnos es un proceso difícil y agotador, no te voy a decir lo contrario porque sería mentirte. Es una guerra con la que batallo todos los días de mi vida, pero te aseguro que poco a poco se va haciendo más fácil.

No sé si algún día me voy a curar del todo, creo que no, pero cada paso que doy me anima a dar el siguiente. Espero que si estás leyendo esto también te animes, te prometo que valdrá la pena.