Hola, si estás leyendo esto, es porque tuviste la mejor suerte del planeta o estás por enfrentarte al peor de los retos que has tenido en tu vida: Una relación formal, llena de altibajos, pero cargada de amor y comprensión.
¿El problema? Es que nos va a costar llegar a ese último punto.
Siempre he odiado la frase 2Las mujeres son unas complicadas, unas locas a las que no se les entiende nada, histéricas”. Más allá del argumento machista, lo odiaba porque le quitaba la complejidad a todo el mundo. Todos somos complicados. Absolutamente todos. Y en el amor, en la guerra y en la amistad, lo somos el doble todavía.
Nuestro amor será complicado porque me cuesta hacer desayunos. Te juro que no soy buena levantándome temprano para preparar un jugo o unas tostadas. Suelo ser la persona que se lleva una mandarina o cualquier fruta con cáscara para no complicarse la vida en las tardanzas universitarias.
También tendrás que aguantar mis horas de conversación, porque no paro. Mi madre solía callarme en la mesa, porque si no lo hacía, me llenaba de aire y no cenaba nada. Y lo peor, ¡me molestaba con ella por hacerlo! Porque soy una renegona. Suelo decir que soy bastante paciente, pero que si me agarras en un mal momento, realmente, lo lamentas.
Sin embargo, no me cuesta pedir perdón por ello. Sí, nuestras discusiones podrán ser eternas porque no me gusta perder, pero, en cuanto el silencio llega y respiro hondo, soy la primera en tocar la puerta para conversar. Quizá solo deba pedirte un poco de valor para que tú seas igual. Ninguna víctima, solo dos personas reconociendo errores.
A veces pienso que esa es la única manera en la que una relación puede avanzar. Mas, le añado otra cosa. Por más que siempre seré la primera en festejar tus logros, en alabar tus virtudes y en apoyarte en cada horrible hueco donde caigamos; siempre habrá alguien primero: Yo. No suena muy bien en un texto de amor, pero sea dicha la verdad. Uno tiene que amar sin morir.
“Porque tú no vales más que yo”, diría una canción de La Oreja de Van Gogh, banda de la que, sin duda, te vas a ser fanático a la fuerza. Los reproduzco 24/7 en Spotify. Hasta tengo “Pálida Luna” como ringtone de celular.
Otra afición loca es el teatro. Suelo ir sola para relajarme después de una dura jornada de clases. Me conozco casi todas las obras de la temporada y cuento moneda por moneda (levantando, con orgullo, mi descuento de carnet universitario), para conseguir las entradas. A muchos les suele aburrir, por lo que te pido paciencia. Más de una vez, te voy a pedir que le des una oportunidad.
Aunque quizá más paciencia te tengo que pedir para la comida. Como un montón. Cuando estoy ansiosa, como el triple. Creo que, en temporada de exámenes, puedo comer cinco veces mi peso actual. Y nunca me lleno, que es todavía peor.
Todo esto te puede agotar y aún no te cuento de las noches. Me quedo trabajando por horas en la madrugada hasta que todo esté ordenado y perfecto. Lo que me causa un horrible insomnio. Y cuando quieras descansar, me verás moviéndome como malagüa toda la noche, arrancando la sábana hasta con los dientes. Por si fuera poco, mi cabello ondulado se enreda de los mil demonios y despierto más despeinada que activa. ¡Parezco Mafalda Rubia!
Aún cuando no me cuesta mucho arreglarme en la mañana, de todas maneras, de vez en cuando, tienes que decirme que estoy bonita. Quizá solo para quedar bien, pero esa otra cosa que no te he contado: soy muy insegura con mi cuerpo. Cómo me veo suele ser un problema con el que peleo todos los días y puede llegar a ser irritante, así que también hay que ser paciente mientras crezco.
También eso es importante, futura pareja. Tú también debes quererte. Tú también debes querer superarte. Y no, no hablo de trabajo, no hablo de viajes, no hablo de que tengamos un futuro en el extranjero. Uno nunca es simple y, probablemente, comencemos esta relación con un montón de problemas que hemos estado cargando.
Así que también querré ver que te preocupes por ellos, por dejarlos atrás y aprender cada vez más.
Porque al final no importa si odias mis canciones, si detestarás el teatro, si te parecen horribles mis mandarinas mañaneras o las noches cargadas del frío sin colcha. No importa, incluso, sino tenemos un futuro juntos.
Querida pareja, quiero ser un buen recuerdo, una persona que, si se queda, te verá crecer; y si no, quizá con mi partida ayude a hacerlo.
Nuestro amor será complicado, porque querré que tú también te compliques.
Te quiere o te querrá,
H.