«Si no tienes el bicho adentro, si no tienes el gusto por la música, o si no naces con esas ganas de meterte en la música, así tengas un viejo músico, no te vas a meter en este mundo», dice Diego Dibós, productor musical, arreglista, compositor y cantautor peruano.
La infancia de Diego la vivió muy cercana a su padre, José Luis Dibós, a quien veía componer canciones e interpretarlas. Fue así como empezó a fascinarse por ese mundo de creaciones melódicas. De sus tres hermanos, el único que se dedica a la música es él. El resto lo toma como un pasatiempo.
Diego piensa todo el día en música, gestiona proyectos, busca oportunidades para realizar shows y compone sin cesar. Incluso en casa, su hijo mayor Juan Diego, le pregunta sobre el manejo de cierto software para sus propias producciones. A sus 10 años toca la batería, guitarra y bajo. “A él le ha pasado lo mismo que a mí con mi viejo. Él viene al estudio y mira lo que hago. Pero, por ejemplo, tengo otro hijo al que no le interesa. Juan Pablo tiene 8 años y no tiene ningún interés en esto; y nunca lo voy a obligar”, nos cuenta.
A pesar de que desde pequeño sintió una atracción ineludible por la música, también le gustaban los números, así que estudió ingeniería industrial y la ejerció durante tres años. Dibós cuenta que, un día, en medio de su jornada laboral lo llama Emilio Pérez y le comenta que falta un integrante para crear un grupo que después tendría éxito a nivel nacional e internacional: TK. “Acepté al toque porque era un pendiente que tenía constantemente, pero no sabía cómo echarlo a andar. No me atrevía, no lo sé. Necesitaba un empujón y ese empujón fue esa gran llamada de mi queridísimo amigo Emilio Pérez”.
Así, en 2001 se crea la agrupación musical TK. Por aquel entonces había competencia en el mercado. Tocaban bandas como Zen, Libido y Mar de Copas; las cuales luchaban para que sus temas sean tocados en las radios. Para Diego, los factores que influyeron en la ascendente fama del grupo fueron el orden que tenían, las buenas canciones que sacaban y los entretenidos espectáculos que brindaban. “Tuvimos canciones buenas. Digo esto porque a la gente le gustaron; o sea, esto no es algo que esté descubriendo yo solo, sino que la gente en los conciertos las cantaba, las escuchaba en las emisoras de radio, votaba por ellas y salían en número 1”.
La persistencia fue otro de los factores que configuraron el éxito de TK. La banda, en sus inicios, no se cansó de tocar puertas de emisoras para que sus temas sean escuchados. En medio de esa búsqueda, llegaron a la cadena de televisión MTV, que luego de escuchar sus temas comenzó a difundirlos. Su aceptación fue tal que obtuvieron dos premios MTV: en 2003 por la categoría de Mejor Artista Nuevo – Central, y en 2004 como Mejor Artista Central. Esto causó, evidentemente, un rebote masivo de las canciones en las radios nacionales.
En 2006, cuando los integrantes de TK estaban próximos a firmar con una disquera importante de México e iban a grabar su tercer disco, deciden separarse. Para Diego el éxito llegó a la banda peligrosamente rápido. “Creo que por esa razón duramos tan poco tiempo (solamente seis años o cinco años y medio). Éramos muy chibolos, entonces llegó muy rápido y éramos muy inmaduros todavía. No supimos manejar ese exceso de trabajo, de éxito, de demanda. Eso hizo que algunos egos se distorsionen (me incluyo). De repente hubiera sido mejor que se demore un poquito más en llegar a lo que llegamos. Pero bueno, no fue así. Hoy estamos juntos y la pasamos súper bien. Ya mas viejos”, afirma.
Un año más tarde Diego lanza su primer disco como solista, “Introspectiva”. En 2009 estrena el segundo, “Nocturno beat” y participa del reality “¡Viva el sueño!”, producido por Univisión. Dibós llega a la final y queda en el cuarto lugar, en una experiencia que califica como maravillosa. “Mucha gente se preguntó por qué acepté ir a un reality después de haber tenido una carrera avanzada. Sucede que había acabado de firmar con Warner Music México y Univisión se contacta con las disqueras multinacionales y les propone hacer un programa de televisión para presentar a los nuevos artistas firmados. Y eso fue “¡Viva el sueño!”, una estrategia para que nos conozcan a todos nosotros en el mercado de Estados Unidos y Puerto Rico”.
Al culminar aquella etapa continuó con su carrera musical. Desde 2018 Diego comanda el proyecto “Barrio nuevo”, iniciativa que nace de gusto hacia la música criolla y desde donde homenajea al vals criollo en versiones renovadas para crear un vínculo entre generaciones diferentes y este género musical. Hace unos años —cuenta— comenzó a indagar sobre el rock y se percató que diferentes artistas han innovado con sus interpretaciones el género, provocando así que se mantuviera vivo sin perder su impacto en las masas.
“Creo que eso le ha faltado al vals [criollo]: darle un toque de renovación, un cambio de letra, un poquito de movimiento en la interpretación sin desmerecer todo lo otro. Es más, a mí me encanta todo lo otro. Pero para que la gente que no escucha valses criollos sienta alguna afinidad hay que darle algo de actualidad”, describe el cantautor.
En junio de este año Diego lanzó su disco acústico titulado “20 años de música”. Por medio de sus redes sociales ya va publicando 5 canciones (“Luna”, “Amor y dolor”, “Si tú te vas”, “Inminente conjunción” y “Ángel”).
Al preguntarle sobre sus planes a futuro, desde su estudio, Diego responde que ya es medio día, y que en la siguiente media hora pretende ir a su casa para almorzar. Luego, lo mismo: música, música y más música. “Más allá no me gusta pensar. Hay que vivir el momento”.