“Fue un despertar, fue un rescatarme. Creo que las mujeres somos princesas, pero creo más en el ‘princesa, rescátate sola’, no necesitamos de un príncipe ni un hechizo para poder encontrar nuestra libertad.” En el infame Día de San Valentín, la enigmática Lorena Álvarez, reinventada y más fuerte que nunca nos brinda una entrevista de corazón a corazón. Sin filtros ni barreras, al crudo; simplemente ella.
En un tiempo en el que la violencia de género, las relaciones tóxicas y el amor violento son tan normalizados dentro de la cultura actual, vistos como ejemplificación del romance moderno y pasional, es importante recordar que el amor propio es mucho más necesario e importante.
Habiendo superado uno de las etapas más complicadas de su vida, hoy se siente segura. “Estoy pasando por un momento positivo, pero creo que todos pasamos por un hecho en la vida que marca un antes y un después. Hay quienes deciden morir y estamos los que nos decidimos a sobrevivir. Es cuestión de resiliencia, evolucionar o extinguirse. No puedes permitir que un hecho de violencia termine con tu vida. Yo sobreviví ese día no para que me maten las circunstancias después de ello, o el dolor o la vergüenza. Yo sobreviví y me resisto a morirme porque esa persona no es más fuerte que yo, y no va a decidir ni condicionar mi felicidad”
A pesar de haber crecido bajo el ala del cuarto poder y haber ejercido la labor de periodista durante más de una década, confiesa que, en el momento en el que le tocó estar del otro lado de los titulares, no sabía muy bien que iba a pasar; pues no hay un manual que incluya los pasos sobre qué hacer cuando eres víctima de violencia. “Siempre me pregunté, ¿qué pasaría si alguna vez me toca estar del otro lado? No puedo decir es mi vida privada, no me llamen. ¿Como reaccionas? No sabía cómo iba a ser el impacto mediático. Sentía que me ahogaba. Sin embargo, aprendí que uno tiene el control de que dice y quien le responde. No estas a la voluntad de nadie; uno es dueño de su silencio y esclavo de sus palabras.”
Amargamente revela que el equipo legal de su agresor le trató de convencer de que no hiciera la denuncia de manera pública porque eso no le convenía. Intentaron asustarla y lograr su silencio. Sin embargo, hizo lo que ella sentía que era correcto. “Yo no busco venganza. Yo busco justicia, nada más ni nada menos que lo que indica la ley. Mucha gente cree que buscar justicia es buscar venganza.”
Muchos me dijeron: »¿Por qué no te olvidas? Pero, ¿por qué me tengo que olvidar? Si a ti te roban la billetera, ¿tú te olvidas? ¿No quisieras que capturen al ladrón, o que pague por el tiempo que te hizo perder sacando de nuevo tus documentos, o por el mal rato que te hizo pasar? ¿Por qué es socialmente aceptable que alguien haga una denuncia ante un robo pero está mal cuando una mujer hace una denuncia porque la trataron de matar? Sonará absurdo, pero lo ponen así.”
Aún sabiendo que la pesadilla que le tocó vivir estaba lejos de terminar. Al ser una persona mediática, se encontró dentro del espiral de un torbellino; soportando medios de comunicación, y a un sinfín de voces especulantes; desde curiosos y escépticos hasta aquellos que se aventuraban a calificar su silencio. Me atrevo a preguntarle si alguna vez pensó en cerrar sus redes sociales y alejarse de todo el caos. “Ni siquiera contemplé la idea. Yo no tengo voluntad de esconder la cabeza, yo quería saber qué se decía y quiénes lo decían.” responde determinada.
“Me tocó leer comentarios machistas y fuera de lugar, como el de un psicólogo que me criticó: “es una pelea de dos y está exagerando, es que ella tiene su carácter.” ¿De verdad están siendo responsables con lo que están hablando?”
A pesar de todo ello, dice haberse sentido respaldada por mucha gente, tanto en la prensa escrita como en televisión. “Yo he sabido reconocer el cariño de la gente. incluso el respaldo de periodistas que yo ni conocía, y también el apoyo de diferentes líderes de opinión. Sentí que la gente fue solidaria con mi caso.”
Y bajo el punto de vista de Lorena, esto es resultado de que los medios están mejorando, hay más empatía. “Se busca no banalizar ni justificar la violencia de género. Antes titulares como “La mató porque no le calentó la comida” hubieras sido completamente normal, ahora no se ven cosas así. Y si existe, la gente protesta.”
Nunca pensó que lo ocurrido, generaría tanta polémica. Ni tampoco pensó que terminaría por convertirse en un símbolo del movimiento feminista. Dice que le gusta creer que cada cada vez que cuenta su historia ayuda a alguien a romper el círculo de violencia, que pueda encontrar las herramientas para rescatarse, para saber que le puede pasar a cualquiera, que no es una situación rarísima ni es el fin de tu vida. “Es una situación más que te tocó vivir y tendrás que afrontar. Y no es el resumen de tu vida. Yo no quiero que me vean y digan ‘Lorena Álvarez víctima de violencia’, no, Lorena Álvarez es un montón de cosas. Ese fue un momento de mi vida, pero eso no me define.”
Cree que es importante todo lo que están logrando los diferentes movimientos feministas, los distintos movimientos de reivindicación de los derechos de la mujer. En el ámbito político, educativo y social. “Estamos en un momento en el que si bien todavía existe el machismo arraigado, de ‘Denuncia porque esta famosa, ahora todas son víctimas’, son cada vez más las mujeres que ya no tienden a callar y seguir con sus vidas, sino que hacen oír sus voces. Si miras las estadísticas te das cuenta de que siete de cada diez mujeres alguna vez se han enfrentado a actos de violencia, se trata de la mayoría de nosotras. Ese es el tema, somos la mayoría. Siempre ha sido así, la diferencia es que ahora se está visibilizando.»
Y ese es precisamente el motivo de su libro ‘No te mato porque te quiero’, una compilación de memorias, testimonios, y una investigación sobre casos de violencia de género, debutó como uno de los más vendidos en la feria del libro. “El título es algo que yo viví, es lo que él me dijo. En realidad, le debo dar crédito a un tweet de Beto Ortiz que hizo sobre mi caso. ´Le dijo no te mato porque te quiero’. Y se me quedó. Cuando le planteé a mi psicólogo que quería escribir sobre el sistema de justicia, él me preguntó si tenía en algo pensado. Y siempre fue esa frase. Es más, yo empiezo a escribir a partir de el título, no me sale al revés.”
La creación del libro fue un proceso de una necesaria depuración y del proceso de sanar, un proceso no fue fácil. “Tuve miedo al momento de publicarlo, y aún antes de hacerlo. Me daba angustia decir que había escrito un libro, y contar la trama. Me generaba ansiedad. No sabía cómo la gente lo iba a tomar. Durante un año estuve en silencio, no hablé de lo que me pasó. Hasta que salió el libro, y ahí tuve que empezar a revivir todo. Recuerdo que con las primeras entrevistas, me costaba hablar de ello. Tuve una entrevista con La República, y me quebré. Me di cuenta que aún era algo muy sensible. No sabía si promocionar el libro o no. Ni siquiera sabía si debía mencionar el título.”
Para la grata sorpresa de Lorena, la publicación del sensible texto tuvo acogida y generó masivas ventas. No obstante, le parece importante que se entienda que en el libro se va más allá del testimonio; pues además de contar sus vivencias se trata de toda una investigación periodística que relata como era de indolente la justicia peruana ante todas las mujeres que denuncian violencia y como el común denominador era la impunidad.
“Fue mi manera de trascender a lo que me pasó, buscar generar un cambio. Quedó documentado, así yo el día de mañana ya no esté. Sentí que al escribir todo lo que pasó, era un relato que ya no me pertenecía. Sentí que tenía la obligación de contarlo, para que así mi historia no se repita.”
El título de mi libro contiene un llamado de alerta sobre aquellas frases prohibidas que hemos escuchado tantísimas veces. El “No te mato porque te quiero” se trata de algo que hemos escuchado toda la vida. Frases como ‘Si no eres mía, no serás de nadie’ o ‘Más te pego, mas te quiero’, son estas maneras en las que hemos construido nuestro imaginario sobre el amor. Situaciones que hemos normalizado tanto que hasta se oyen en canciones y a nadie le parece anormal.
Para Lorena, el poder escribir es una forma de hablar sin que le interrumpan. Poder vaciarlo todo dentro de una página. La oportunidad de escribir fue, en parte, una terapia. “Nunca he sentido ira, ni rabia. Nunca me pregunté, ¿por qué a mí? Yo creo que las cosas pasan por algo, creo en el destino y creo que estaba escrito que tenía que pasar así. Pero ahí viene el libre albedrío, hay varias opciones y según el camino que elijas te lleva a ciertas decisiones. Es la evolución natural de la vida, por ello cuando escribía, lo hacía con compromiso y responsabilidad. Pero no te voy a mentir, las partes testimoniales sí eran duras de redactar, porque era volver a leer y releer (los documentos por un tema de rigor periodístico) mi manifestación, el peritaje, poner una cosa, poner otra. Incluso habían detalles que me había olvidado, la mente además, en los momentos de dolor, tiende a bloquear recuerdos por instinto de supervivencia. Del mismo modo que gente que ha vivido experiencias traumáticas no se acuerda, lo olvida. Así que había que abrir la herida, y sí, habían momentos en los que escribía llorando y decía, ya no quiero escribir pero mi psicólogo insistía en que tenía que terminar con el libro, porque era un compromiso conmigo. He llorado lo que tenía que llorar, hay que experimentar el duelo porque eso es parte de cerrar ciclos.”
Tras experimentar una serie de sucesos traumáticos, ha aprendido a quererse y a darle una nueva visión al concepto de amor: el amor propio. Ser valiente, es parte del recorrido, y la autosuficiencia es la consecuencia natural. “Yo misma me rescaté, tuve la valentía de ir a denunciarlo. Sí, es duro tener que exponer tu historia, tener que someterse a peritajes y pasar por todo un sistema tan indolente y machista que parece haber sido hecho para el agresor; pero pasar por todo eso fue mi manera de liberarme, de empoderarme y acabar con el capítulo de esa historia. Cerrar cualquier posibilidad a que mi agresor vuelva, y pueda volver a hacerme daño.»
Y pasan los años, idas y venidas, experiencias, alegrías y distintos dolores. y es todo esto lo que a uno lo va formando. Pasan amores, grandes y pequeños, hay de esos que a uno lo llenan, lo hacen sentir vivo, y también hay algo que pareciera ser amor, pero que no lo es. Es aquel amor disfrazado, una bomba de tiempo esperando para destruir. Un amor tóxico, un amor que lastima, uno que no es amor. Te nubla la visión, y hasta te enceguece; pero Lorena hoy tiene los ojos más abiertos que nunca y espera que su historia, su testimonio, pueda generar conciencia y enviar un mensaje claro: Ya no más violencia. Nuestras voces serán escuchadas.