Cuando decidí ir a ver esta película, tenía gran expectativa por los comentarios y reviews que había leído de otros críticos de cine. Si bien es cierto, no es la primera vez que se usa la imagen del pintor holandés para llevarla a la pantalla grande, en esta oportunidad. Tal vez, su compleja forma de ser y de pensar, sumados a su prolífica y –hoy- aclamada colección de pinturas, lleva al ciudadano promedio en tenerlo como un referente del arte y la pintura universal.

At Eternity Gate (nombre original en inglés) es una obra muy cuidadosa que logra magistralmente abarcar las complejidades de la vida de un artista misterioso y fuera de lo común. El retrato sobre los últimos años de su vida y de su notable decadencia debido a los problemas psiquiátricos que lo afligieron (y que le permitieron –para algunos- generar una mayor proyección artística) es abordada con una delicadeza y coherencia únicos.

Dirigida por el también pintor y director de cine Julian Schnabel, e interpretado por el reconocido actor (y amigo del director) Willem Dafoe, la película logra una figura de Van Gogh de mirada notablemente introspectiva y con una sutileza -en cuanto a planos y colores- que envuelven sobremanera y permiten adentrarse a una mente brillante y complicada.

La trama se desarrolla -como mencioné anteriormente- en los últimos años de vida de Van Gogh. Este tiempo es especialmente sensible para el artista debido a que el sufrimiento de su condición mental y la claridad de la abstracción para desarrollar un estilo artístico muy distinto al entonces existente, hace que tenga muchos detractores. Asimismo, esta época está marcada por el amor filial de su hermano mayor quien con mucha ternura se hace cargo de él y de mantener lo que él más ama: pintar.

Una de las escenas más sublimes al ojo del arte y que, ya luego coincide con la perspectiva del mismo Schnabel sobre la forma que quiso dar al personaje de Van Gogh es cuando el psiquiatra le pregunta a Vincent por qué pintaba, ante lo que él responde con simpleza y con una profunda honestidad: “porque me hace sentir vivo”.

Por otro lado, algo que destaco es la magistral manera que logra el director de integrar las escenas uniendo el momento y humor del protagonista con la música clásica fenomenal escogida, los colores (amarillos en su gran mayoría) y el clima. Además, de hacer en enlace pertinente con las obras del pintor impresionista en el tiempo adecuado.

Sin duda alguna -y sin ánimos de hacer más spoilers- los invito a ver esta magnífica película que les permitirá introducirse en el mundo de un artista que marcó una época y el cual, sigue siendo referente para muchos pintores contemporáneos. Sentimientos encontrados, cortes abruptos que refieren a la falta de respuestas que Van Gogh vivió en su día a día, colores impresionantes y escenas súper enternecedoras son la gran oferta que les trae la cartelera en estos días de verano, de vino y de amigos.

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