Nuestra vida está llena de decisiones, malas y buenas. Cada día tenemos que asumir las consecuencias de nuestras acciones, por eso mismo, es importante hacer lo que uno realmente considera adecuado. Por convicción, no por presión.
Desde el inicio de su existencia, la mujer ha sido presionada por el significado que representa su castidad. En la época victoriana, una mujer casta era considerada ideal para matrimonios y en caso contrario, las mujeres desfloradas se les denominada libidinosas y de vida fácil.
Ser virgen o no serlo es una decisión que solo le corresponde a una persona, una misma.
Somos seres humanos pensantes y sabemos analizar lo que es bueno para uno. No es malo perder la virginidad a los 18 o 40 años, lo que sí es malo, es hacerlo para evitar que tu enamorado te deje o por el hecho de que eres la única virgen en tu circulo de amistad. Es frecuente escuchar ¨tu virginidad es preciada¨, si evaluamos esas palabras podríamos llegar a comprender el trasfondo de su significado. No es preciada por lo que consideren los demás, es preciada por lo que significa para una misma. Dejar de ser virgen no solo es un himen roto, significa que has empezado tu vida sexual y eso conlleva responsabilidades. No hay una edad exacta para dejar de ser virgen, no es como si la vida dijera ¨es virgen a los 22, ¡wau! que atrocidad¨.
La decisión se lleva a cabo cuando uno se sienta preparado para ese cambio. Si has tomado la determinación de dejar de ser virgen a los 30, no es que hayas tomado el tren tarde, representa que viviste tus etapas en el momento correcto sin aceleramientos y disfrutando cada uno de los detalles. Si fuiste desflorada a los dieciséis, no es que seas una fácil, hiciste lo que hiciste porque así lo sentiste. Para ti fue el momento adecuado y nadie puede juzgarte por ello.
Somos tan distintas a pesar de ser todas mujeres; sentimos, vivimos y maduramos de diferente forma. Por su puesto, lo más recomendado es iniciar nuestra vida sexual cuando nuestro órgano reproductivo se encuentre maduro para así evitar cualquier daño interno. Cabe recordar que dejar la castidad no solo es sexo, orgasmos y disfrutes; debemos de cuidarnos para evitar enfermedades, embarazos no deseados, etc.
Por último y muy importante, recuerda, tu flor no es un regalo que le des a cualquiera.