«Nunca me sentí la más bonita, y mucho menos en mi adolescencia cuando comencé a modelar», dice Claudia Benavides, hoy coach de modelaje, quien como top model ha desfilado en Perú, China, India, Filipinas, Singapur y Malasia.
Claudia sabía que físicamente no contaba con todas las cualidades establecidas por los cánones de belleza de la industria del modelaje. Nos cuenta que al salir de los desfiles en los que participaba solía llorar al no sentirse cómoda con su aspecto. Al comenzar en este mundo en plena adolescencia, a los 13 años, le resultó complicado manejar el rechazo y la constante evaluación por parte del jurado. Como coach, el haberse encontrado en esa situación la ha llevado a comprender a sus alumnas. «Yo estuve ahí tantas veces», comenta. Siempre les recuerda que nada vale tanto como para quebrar el amor propio.
El amor hacia una misma es uno de los focos principales que tiene Benavides como coach. Un par de frases que emplea con frecuencia son: “Esta es la carrera de los NO. Lo que más vas a escuchar es NO. Si vas a uno, dos, tres castings y te dicen NO, es parte del proceso” y “Nunca tomen un NO como algo personal. Muchas veces un diseñador o marca te puede decir no esa temporada, porque no encajas en el perfil que buscan para esa colección en específico; pero a la siguiente temporada te puede elegir de imagen porque eres justo el tipo que estaba buscando”.
En sus primeros tres años de carrera (de los 13 a los 16) desfiló en 4 o 5 pasarelas anuales. Luego, participó en el concurso de modelos Elite Model Look y quedó en segundo puesto a nivel nacional. Después de ese evento empezó a hacer sus primeras sesiones de fotos y siguió trabajando en Perú hasta los 19 años, cuando firmó su primer contrato en el extranjero. El destino: Shanghái, China. “Allá todo corre tan rápido… Tienes entre 10 a 15 castings diarios, desfiles todos los días, sesiones de fotos intensas. Viajé a muchas ciudades por desfiles, regresaba a mi departamento sólo por horas para recoger ropa y volver a viajar; era un ritmo imparable y que no volví a vivir en otros mercados”.
Con su arribo al país oriental, después de un viaje de 30 horas aproximadamente, el chofer de su agencia la esperó con un cartel con su nombre. Sintió miedo, pero su emoción fue superior a su temor, el conductor la llevó directo a la agencia y le anunciaron que tenía solo una hora para dejar su equipaje en el departamento que le asignaron, cambiarse y salir a sus primeros castings ese mismo día. “Ese ritmo sin descanso era mi sueño”.
En 2014 estuvo trabajo en la India, país donde quedó sorprendida por las brechas sociales y lo paradójico de ellas en ciertos lugares, donde abundaba el lujo. Dos años después, a pesar de las dudas que le producía regresar al país asiático por lo impactante de las diferencias sociales, sus rasgos físicos gustaban mucho allá, así que volvió a modelar por una temporada en Nueva Delhi. “Fue una experiencia mucho más rica, creo que en gran medida porque ya conocía más la cultura y porque en esa ciudad se respiraba más tradición. Alrededor de la ciudad había muchos lugares turísticos y podía ir en mis días libres. También por desfiles y fotos fui a castillos increíbles y ciudades mágicas como Jaipur. Esa segunda vez, tuve la oportunidad de ir al Taj Mahal”.
Claudia estudió Administración de Empresas en la Universidad del Opus Dei. Si bien su familia era católica, la religión y la relación cercana y diaria con Dios no se practicaba. Es en su etapa universitaria donde descubre que se podía tener un vínculo más cercano con Él, el cual define como el amor más puro y grande que existe. “Me enseñaron que Él esta presente en todas y cada una de las acciones cotidianas que podemos ofrecerle nuestro trabajo diario”. En su posterior desarrollo como coach, esta filosofía ha servido como concepto inicial para las reflexiones personales que le comenta a sus alumnas.
Claudia considera que la sensualidad está sobrevalorada, y que se ha dejado olvidada la elegancia, que es el valor al que ella apunta. “Lo que más vemos hoy en día en redes sociales es un culto a la sensualidad vacía, donde muchas chicas se autodefinen por su cuerpo y la verdad es que son mucho más que eso”. Benavides confiesa que confrontar sus ideas con relación al sistema que esquematiza una exclusiva forma de belleza significa un reto constante. “No quiero que se me mal interprete. Trabajar en tu salud y aspecto físico me parece algo muy positivo. Sin embargo, cuando muestras carne por mostrar y tú misma pones tu valor como persona en ello, pienso que pierdes mucho”.
Claudia, al valorar todo el proceso creativo que existe detrás de una prenda, entiende el modelaje como un arte. “Las buenas modelos, se toman unos segundos para entender el concepto que hay detrás de la colección y entrar en el personaje”. Por otro lado, nos comenta que es relevante que la modelo comprenda a qué tipo de público va a lucir el diseño. Define así su idea: “Modelar es un arte. Es una mezcla de danza por los movimientos coordinados de todo tu cuerpo y ser actriz, porque dentro de esos movimientos y expresiones faciales debes transmitir emociones y conceptos de la marca o el diseñador. Va mucho más allá de verte linda”.
Mónica Chacón, ganadora del Miss Perú 1996, le propuso preparar a las candidatas del Miss Perú Mundo y Miss Perú Universo cuando Claudia tenía 18 años. Eran 24 postulantes, muchas de ellas mayores en comparación a ella, y con experiencia previa. Benavides revela que fue un desafío desintegrar lo aprendido con los años para diseñar las clases y determinar un tipo de aprendizaje según las fortalezas y debilidades de cada alumna, con el fin de lograr una enseñanza eficiente.
Con aquel primer grupo descubrió su gusto por la docencia, labor que hoy por hoy pone en práctica. A pesar de acabar derrotada físicamente, preparar a sus “hijas” le emociona. “Hoy en día comparto pasarela con la mayoría de mis alumnas. Hace un par de ediciones del LIF WEEK sacamos la estadística de que más del 75% de chicas que desfilan en la semana de la moda de Lima habían sido mis alumnas. Es algo que me llena de alegría y orgullo”.
En estos meses de confinamiento a raíz de la pandemia originada por la COVID-19, Claudia ha adaptado uno de los workshops que mayor demanda tiene de sus programas a plataformas web: Fotopose. En esa clase enseña los principios básicos para que las inscritas puedan lucir elegantes en sus fotografías y para que cada alumna defina cuáles son los ángulos de sus cuerpos más favorecedores para sus instantáneas. “Al inicio fue un reto, porque algo que caracteriza a todas mis clases es la corrección personalizada que hago a cada alumna. Aún así, he desarrollado la capacidad de observarlas a todas y considero que es uno de los valores agregados de mis clases”.
La historia de Claudia es una de éxito y amor propio. Ha deslumbrado a miles de personas alrededor del mundo y ahora imparte sus conocimientos a la próxima generación de modelos que representarán al Perú.