“Mi conexión con la ropa empezó porque me gustaba resaltar la belleza de mis amigas. Tenía una fijación (risas) con hacer cambios de look. Me encantaba, pero siempre lo vi como un hobby. Si había una salida, yo era la encargada de los makeovers”.
Así sea una discoteca, un almuerzo o una reunión, Yahel estaba lista para la misión. Metía a sus amigas a su clóset y las cambiaba de pies a cabeza. “Parecían cisnes, sacaba la esencia de cada una de ellas pero nunca lo vi como moda, sino como algo más serio”.
Siempre le fue algo natural, como si tuviera ojo de cristal que le permitiera ver que le queda bien a cada persona. Era solo un juego, o al menos eso creía ella.
Estudió administración, una carrera más tradicional, y estaba buscando prácticas para poder graduarse. El problema era que no lograba encontrar algo que la terminase de cautivar. Todo era demasiado cuadriculado, todo el trabajo se tenía que hacer en oficina, y eso no era para Yahel.
“Me pregunté a mi misma, ¿qué es lo que me gusta? Fácil: la moda. Y por coincidencias de la vida entre a trabajar a un broker textil y ahí fue que me di cuenta. Tenía 25 años, y trabajé ahí seis meses. Aprendí mucho, pero no diseñaba nada. Me faltaba algo más”.
Es así como decide inscribirse en un instituto de moda, aún con dudas, pero sintiendo cierta intuición de que se acercaba a lo correcto para ella.
“Tenía miedo, en un principio yo fui con la idea de estudiar fashion marketing y no diseño. Tuve que lanzarme, la idea era solo estudiar un ciclo y probar. Nada más. Sin embargo, me di cuenta de que esto era lo mío. Y acabé yéndome al extranjero porque estaba completamente en mi elemento. Por fin había encontrado lo que tanto buscaba”, comenta entre suspiros.
Dice que le hubiera gustado saberlo mucho antes, haberlo decidido con anticipación. “Quizá estudiaba mis cinco años de carrera en Londres y ahorita sería un avión (risas). Me faltan cosas por aprender, por ejemplo, yo no soy tan buena dibujando. Mis bocetos son un desastre. No son dibujos, son como garabatos en los que puedes leer qué cosa va en cada lugar pero hasta ahí”, bromea.
Confiesa tener un equipo que la ayuda en todo. “Sin ellos no soy nada. Yo soy la de las ideas, pero ellos son quienes plasman mis diseños en la vida real”.
“Mi proceso [de creación] es súper diferente al de otros diseñadores. Yo trabajo directamente en el maniquí, me gusta sentir las telas. Las formas van apareciendo orgánicamente en el maniquí y siento una conexión muy rica”, nos cuenta.
En cuanto a ésta nueva temporada de Lima Fashion Week, los diseños de Yahel prometen sorprenden.
“Mis trajes tienen carácter. En esta nueva colección van ver a una Yahel renovada, mucho más atrevida, no solo en color, sino también en formas y siluetas. Vamos a experimentar mucho, sobre todo en las mangas. He trabajado con telas con las que nunca había trabajado antes: látex, mesh, cuero, mallas. Estoy combinando varias piezas en un solo vestido para crear sensaciones. La transparencia ya es parte del ADN de la marca, pero aquí hemos explorado mucho más”, comenta con entusiasmo.
Todo parte de una inspiración súper fuerte: Minnie Mouse. Esta vez ha tenido la oportunidad de guiarse con aquel ícono de la animación infantil. Va a ser una pasarela muy coqueta, auténtica y divertida.
Esta será una colección mucho más conceptual, en la que podremos conocer a Yahel un poco más a profundidad. Colores rojos, en compañía de tonos negros y blancos. Reinan los polka dots.
Confiesa haber estado desconectada del mundo de Disney porque a su edad es algo en lo que no ha tenido mucho interés en los últimos años. “No tengo hijos ni nada, pero llegó a mi vida en un momento en el que yo me sentía que me faltaba algo. Un chispazo, una fascinación a crear algo más, una necesidad de experimentar. Me ha sacado de mi zona de confort, he roto un ciclo”.
En palabras de Yahel, lo que define a Minnie también la define a ella, a su pasión y trabajo. Ser fuerte, juguetona, autentica y coqueta. Un ícono de la moda.
Esta ha sido una oportunidad para sacar a jugar a su niña interior después de mucho tiempo. Son prendas con mucho más corazón.