Cada uno de nosotros tiene acceso a mucha información durante el día, información pública que leemos en redes sociales, el periódico o un libro. Sin embargo, no todos tenemos acceso a lo que realmente sucede en el interior de las empresas. ¿Por qué? Principalmente porque sus dueños jamás divulgarían por iniciativa propia todo el conocimiento adquirido durante el tiempo de vida de la empresa, aquel que seguramente los distingue de sus competidores. Pero también existe otro motivo, uno popularmente conocido como Acuerdo de Confidencialidad (NDA, en sus siglas en inglés: Non-Disclosure Agreement).
Un acuerdo de confidencialidad es fundamental para proteger la información que intercambian las personas durante la compra de una empresa, una negociación de contrato o la ejecución de actividades específicas, sean realizadas por trabajadores o colaboradores.
Hoy en día es muy común que las empresas firmen uno con los programadores que contratan para desarrollar la plataforma digital que generará los ingresos del negocio. También es un documento muy popular en los procesos de inversión, sobre todo porque el inversionista accede a información privada de la empresa sin garantizar que invertirá luego de revisarla.
El objetivo principal de un acuerdo de confidencialidad es proteger los intereses de las partes que revelan información sensible sobre su negocio a un tercero. Para que esto pueda cumplirse, es importante que el documento esté estructurado de tal forma que desincentive cualquier intención de divulgar la información confidencial. A continuación, te enseñaré tres cosas que no puedes dejar de lado la próxima vez que quieras compartir información valiosa sobre tu empresa:
Definir bien la información confidencial
El acuerdo de confidencialidad debe enfocarse en el negocio y en el tipo de información que se revelará. No basta con indicar que la información que se compartirá no es pública, debes procurar detallar de qué está compuesto el paquete de información. Recomiendo que te tomes el tiempo para definir bien los aspectos técnicos, financieros, de propiedad intelectual, secretos comerciales, procedimientos operativos, de marketing y, en general, de todos los documentos que serán intercambiados antes, durante y después de la transacción.
Penalidad por divulgación
No podemos negar el daño irreparable que una empresa y sus miembros sufrirían en caso el receptor de la información no cumpliera con el acuerdo de confidencialidad. Como dije al principio, el documento debe lograr que una persona lo piense dos veces antes de divulgar información confidencial. ¿Cómo logramos esto? La mejor forma es cuantificando los daños a través de una penalidad, una que sea representada por una gran suma de dinero que el receptor se vería obligado a pagar en caso incumpliera el acuerdo.
Cláusulas Adicionales
En caso el receptor de la información no participe en el mismo rubro que la empresa, podría incluirse una cláusula de no competencia, aquella que obligará al receptor a no competir con la empresa en el mismo sector durante un plazo determinado. Por otro lado, si el receptor tendrá acceso a información de los trabajadores, podría incluirse una cláusula de no contratación, estableciendo un periodo de prohibición para que este no pueda contratar a ningún trabajador de tu empresa.
No existe un modelo único de acuerdo de confidencialidad. El error que muchos cometen es creer que este documento siempre es igual, sin tomar en cuenta que cada uno constituye un mundo diferente, por eso debe adaptarse a las circunstancias concretas de cada caso y a las necesidades particulares de cada cliente. Siendo la información uno de los activos más importantes de una empresa, ¿te vas a dar el lujo de no protegerla? No creo, al menos eso espero.